Pensando en qué podemos hacer desde el Comercio Exterior en esta etapa de crisis y con la convicción absoluta que el camino es hacia adelante, sin quedarnos paralizados se me vino a la mente esta nota que leí hace unos meses y me dió algunas herramientas que comparto.
Creo personalmente que hay que prepararse porque en algún momento volveremos a ser competitivos y los que se hayan preparado tendrán oportunidades de éxito, "un mar calmado no hace buenos marineros"
Exportar en tiempo de crisis
Los exportadores pasan un mal momento que los
obliga a afinar estrategias. El gobierno central no ayudará. Está más
preocupado en proveerse de gas y petróleo que por promover
exportaciones.
Elizondo. “Hay dos caminos: o lamentarse, llorar y cerrar, o entender el nuevo mapa y reaccionar”. Foto: El Litoral
Félix Canale
fcanale@ellitoral,com
Del total de las exportaciones argentinas durante
2011, la provincia de Buenos Aires ocupa el primer lugar en el ranking
con 34%, seguida por Santa Fe (22%) y Córdoba con 12%. Cuado se miden
solamente las exportaciones industriales, Santa Fe vuelve a ocupar el
segundo lugar, fundamentalmente sostenido por las ventas externas de
manufacturas de origen agropecuario.
Pero ese buen posicionamiento debe extrapolarse con
otros números. Las ventas externas del país representaban en 2001 el
9,6% del PIB; saltaron a casi 25 por ciento en 2002 y desde entonces
vienen cayendo, para registrar un 18,44% en 2011. El dato es importante
teniendo en cuenta que, según cálculos privados, aproximadamente el 50
por ciento del Producto Bruto Geográfico de Santa Fe está explicado por
el comercio exterior.
“El porcentaje a escala nacional sigue siendo bueno
al compararlo con 2001, pero la tendencia a la caída es manifiesta”,
dice Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de la Fundación Export.Ar,
quien actualmente tiene su propia consultora para desarrollar negocios
internacionales.
La prédica
La semana pasada el experto dio una charla ante un
grupo de importadores y exportadores regionales, convocados por la
Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe (Cacesfe), en la que volvió a
reiterar su prédica: el incremento exportador de los últimos años
obedeció a una relación cambiaria favorable que ahora no existe.
Ergo, las empresas que quieran exportar deben buscar
nuevas estrategias, y entre otras desarrollar habilidades de negociación
internacional que no eran necesarias en años anteriores. Un detalle: en
2011 las exportaciones crecieron 24% y de ese crecimiento las tres
cuartas partes se explica por el aumento de los precios internacionales.
Si se mira el volumen físico (toneladas), el incremento apenas rondó el
6 por ciento. Se facturó razonablemente más, pero no se vendió
sustancialmente más.
El panorama
Elizondo adscribe al grupo de quienes creen que en
toda crisis existe una oportunidad. Pero primero hay que entender la
dimensión de tal crisis y sus motivos. Sobre esa arista se enfocaron las
preguntas formuladas por El Litoral.
“Las exportaciones crecerán poco. Primero porque no
hay tasa de inversión suficiente como para aumentar la oferta agregada.
Segundo porque el tipo de cambio hace perder competitividad. Tercero
porque el límite a las importaciones afecta la capacidad de producir
para exportar. Cuarto porque también el mundo está hoy más complicado”,
resume.
Para el experto, “todos los problemas que tenemos
tienen que ver con la inflación y su causa principal, definitivamente,
es el desborde del gasto público. En época de Néstor Kirchner teníamos
un presupuesto equilibrado. Hoy hay déficit presupuestario y eso se
financia con transferencias del Banco Central, lo que implica emisión de
moneda y más inflación”.
En esa forma de alud las empresas exportadoras (y las
que no lo son) “comienzan a percibir pérdidas por costos, mientras
crece una fricción constante en los procesos de negociación entre los
actores de la economía. Hay mucha más puja distributiva que búsqueda de
valor “.
Lo que lleva al paso siguiente: la caída en la
voluntad inversora. Según números de Orlando J. Ferreres, en abril
pasado la Inversión Bruta Interna se ubicó en 21% del PIB, mientras en
junio de 2011 representaba el casi 25 por ciento.
Dice Elizondo: “Las políticas pro consumo que alienta
el gobierno, ponen en marcha una demanda agregada que no es
correspondida con el incremento de inversiones que agreguen oferta
compatible. Si hay cambios continuos en el marco de referencia de los
negocios, la inversión se retrae. Me refiero a cambios de costos o
inestabilidad cambiaria. Nadie sabe hoy cuánto cuesta realmente un
dólar. Todo contribuye a que haya una modificación permanente en la
relación de las empresas con sus proveedores y con sus clientes. Si todo
esto se traslada al sector específicamente exportador, el cuadro se
agrava”.
Angola y después
Elizondo no tiene ningún reproche ante la aventura
angoleña de Guillermo Moreno, pero pide más. “El viaje a Angola no está
mal, pero se le dio una importancia desmedida en la agenda internacional
de la Argentina”, observa.
Cree que antes se debieron priorizar otros mercados,
siempre en África, donde las exportaciones crecieron 7,2%, frente al
módico incremento de 4,7% que se dio en las ventas a EE.UU. Los
principales compradores africanos son Egipto, Argelia y Sudáfrica.
Pero de por medio está la urgencia del gobierno por
negociar con países que puedan proveerlo de gas y petróleo. Es el caso
de Angola, o próximamente Azerbaiyán, este último una recóndita
península en el mar Caspio. De este modo, los errores garrafales en la
política energética argentina (que perdió la autosuficiencia durante la
gestión de los últimos nueve años), condiciona las oportunidades de
ventas externas a mercados que no son forzosamente demandantes del
abanico que los exportadores argentinos pueden ofrecer. “Hay una
vocación por dirigir el comercio exterior por parte del gobierno. Eso
desalienta a los actores. Pienso que debiésemos tener otra vez el
dinamismo que mostrábamos entre 2003 y 2008”, opina Elizondo.
El otro uno por uno
La Secretaría de Comercio (que dada la importancia
lograda debiera llamarse Ministerio de Comercio) le impuso a los
importadores una regla de oro: deben exportar un dólar por cada dólar
que importen. Difícil de gestionar. Los importadores netos no conocen de
exportación y no tienen un gerente para eso. Recurrieron a la
tercerización, para un trabajo que en lenguaje culto se denomina
“compensación de importaciones”.
En una primera instancia y frente al obstáculo,
recurrieron a la triangulación, consistente en comprar cualquier saldo
exportable argentino a precio de mercado doméstico, y venderlo en el
exterior con un 10% de descuento. De ese modo, una marca de autos
solamente importados, por ejemplo, puede exportar arroz y en la
transacción no perder nada (pese al descuento) por el diferencial
cambiario.
Es una complicación. Desde la consultora de Marcelo
Elizondo proponen a las multinacionales importadoras netas, integrar a
sus costos la compra de productos argentinos para el consumo interno (de
la compañía) a escala latinoamericana. Sería una solución para cumplir
con la “compensación de importaciones”. Eso va desde la provisión de
agua mineral para los comedores de fábrica, hasta la instalación de
pisos en nuevas platas u oficinas comerciales. Hay muchos otros rubros
que para las importadoras, podría significar exportación.
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